LA MADUREZ.
Por: María Isabel Alejos Pérez.´
1° C Licenciatura en Psicología.
Universidad Autónoma de Campeche.
INTRODUCCION.
Muchos
nos hemos preguntado ¿Qué es la madurez?, ¿La edad tiene que ver con la
madurez?, ¿Cómo podemos alcanzar la madurez?, ¿Realmente somos maduros?
Para
poder hacernos todas estas preguntas tuve que realice una investigación.
Cuando
el investigador plantea un problema para ser estudiado realiza una pregunta o
varias que, por lógica, queda a la espera de una respuesta a la cual sin lugar
a dudas se llegara a responder al finalizar la investigación a esta fase se le
denominado planteamiento del problema. Sin embargo existe un elemento dentro de
la investigación que permite resolver la pregunta inicial sin que sea
necesariamente la respuesta final, a esta parte de la investigación se le ha
dado el nombre de hipótesis.
La
función de la hipótesis es establecer un puente entre la teoría y la
investigación empírica. Tiene como fin orientar la investigación, puesto que
una vez formulada, sabremos qué tipo de datos se deben recabar para su
comprobación.
Regresando
al tema la madurez es solo una etapa cronológica de la vida sino de un estado
mental, una actitud y la personalidad se
despliega y no necesariamente madura de forma integral. Enseguida veremos más
sobre la madurez.
¿Qué es la madurez?
Hay
varias definiciones, el diccionario de la real academia española señala tres
usos del término para la madurez: la sazón de los frutos, el buen juicio,
prudencia y sensatez; y la edad de la persona que ha alcanzado su plenitud
vital y aun no ha llegado a la vejes. Para la psicología alcanzar una cierta
edad no implica haber logrado la madurez emocional, los especialistas afirman
que ninguna persona deja de ser, en ciertos aspectos un niño ya que todos
necesitamos la protección de los demás.
La
madurez es una cualidad de la persona que expresa una elevada perfección
humana, se consigue mediante la repetición de buenas acciones. Con esta
reiteración se adquieren los buenos hábitos o virtudes humanas como la
prudencia, flexibilidad, la comprensión, la lealtad, la audacia, la humildad, y
el optimismo que proporcionan facilidad y naturalidad en obrar acertadamente.
Antes
de alcanzar la madurez el ser humano atraviesa una etapa intermedia, conocida como adolescencia, y es
un momento de la vida muy desconcertante debido a que aun no se es una persona
adulta, aunque ya no se es un niño. La mente se va ampliando, llega a la
pubertad, el cuerpo cambia constantemente, la voz se transforma con ella la
experimentación, la curiosidad; el adolescente siempre quiere llegar más allá,
rebasar las fronteras.
Muchas
veces reflejamos un miedo a madurar, por la errónea idea que ya no te vas a divertir, que ya no vas a ser
el mismo o que vas a ser aburrido, muchas cosas pueden pasar por nuestra mente;
pero en realidad es darle mayor
prioridad a algunas cosas no por eso ya no te puedes divertir.
Con
forme vamos creciendo adquirimos nuevas responsabilidades, pero también
conocimiento y experiencias, estas nos ayudan a madurar porque en ellas también
podemos cometer errores y gracias a los errores podemos aprender a cómo hacer
mejor las cosas. A base de experiencias aprendemos mucho, ya que más adelante
ya sabemos cómo enfrentarnos a las cosas.
Durante
nuestro crecimiento pasamos por etapas buenas y malas, dejamos de ser niños
para pasar a la adolescencia en esta etapa nos vamos desarrollando y da paso a
la pubertad donde se experimentan cambios importantes. La adolescencia es una
etapa clave en la vida que es cuando alcanzamos a comprender las cosas y la
situaciones de la vida, no siempre vamos a tener fáciles las cosas hay que
esforzarse, gracias a todo esto podemos llegar a un grado de madurez.
Durante
la adolescencia pasamos por cambios físicos, biológicos y psicológicos; algunos
pueden afectarnos más que otros.
A
continuación hablare un poco más a fondo acerca de la adolescencia y la
madurez.
¿Qué es la adolescencia?
La
adolescencia es la etapa en la que el individuo deja de ser niño sin haber
alcanzado la madurez del adulto. La adolescencia, es un periodo en el
desarrollo biológico, psicológico, sexual y social mediantemente posterior a la
niñez y que comienza con la pubertad. Su rango de duración varía según las
diferentes fuentes y posiciones médicas, científicas y psicológicas pero
generalmente se enmarca entre los 11 o 12 años y los 19 o 20.
Para
la organización mundial de la salud, la adolescencia es el periodo comprendido
entre los 10 y 19 años y está comprendida dentro del periodo de la juventud
entre los 10 y los 24 años.
La
pubertad o adolescencia inicial es la primera fase, comienza normalmente a los
10 años en las niñas y a los 11 en los niños y llega hasta los 14-15 años. La
adolescencia media y tardía se extiende, hasta los 19 años. A la adolescencia
le sigue la juventud plena, desde de los 20-24 años.
La
adolescencia es una parte esencial para llegar a un grado de madurez.
Existen
varias fases por las cuales la madurez puede pasar:
Ø Madurez
por iniciativa: es el modo directo y positivo; no espera a otros, resuelve el
conflicto, está consciente de sus posibilidades, utiliza la experiencia
acumulada, lucha por algo concreto y crea soluciones, elaborando recursos que
le facilitan el proceso.
Ø Madurez
por exploración: tendencia básica del ser humano, cuando los conocimientos
parciales impiden una toma de conciencia objetiva que le permita poner las
bases de una conducta eficaz, entonces se da la madurez por las bases de una
conducta eficaz, entonces se da la madurez por la adopción de respuestas
abiertas que le facilita ver la nueva situación, no como amenaza, sino como
problema vital que se puede resolver.
Ø Madurez
por aprendizaje: al ser un aprendizaje de conductas nuevas para situación nuevas, aunque exige más una
actividad inteligente que deja de cualquier reacción emotiva que nuble la
objetividad y el realismo. Debe ser un proceso exploratorio que no incluya la agresión como estimulo, que si sea de un
ajuste adecuado y benéfico que permita asimilar las experiencias.
Ø Madurez
por inhibición
Es
la manera más inmadura, porque encierra una actitud de huida y evasión; si el
adulto mayor ha vivido en permanente actitud defensiva por sentirse amenazado
(miedo, cólera no descargada; ternura no estructurada) en todo momento adoptara
la forma del bloque-inhibición de sus reacciones constructivas. Esta denominado por el miedo, angustiado por
sus agresividades naturales y ansiosas por las exigencias espontaneas de
ternura; y caerá en una conducta que aparentemente auto-control, paralizado de
cualquier impulso vital enriquecedor.
De
la falta de valoración y aceptación, surgen las personalidades inmaduras. Todas
ellas tienen en común la inseguridad. Esta inseguridad tiene los siguientes
rasgos:
·
Sentimiento de inferioridad. Esto hace que
las personas se comparen con los demás y que tiendan a ver lo negativo.
·
Angustia y nerviosismo.
·
Perfeccionismo.
·
Rigidez. La inseguridad lleva a aprender
pocas cosas y hacerlas constantemente, porque es lo que cada persona domina.
Esta conducta puede provocar conflictos con los demás tienen otras formas de actuar o de pensar.
·
Pesimismo: miedo a equivocarse.
·
Inseguridad que conduce a la duda y a la
indecisión. Los inmaduros dependen siempre de alguien o de las innumerables
metas que se van marcando.
·
Obsesivos. Como estas personas ´´no pueden
tener fallos´´, lo planean todo.
·
Elevada auto exigencia.
·
Extroversión. Las personas inseguras se
vuelven hacia los demás, pero no se conocen.
·
Baja tolerancia a la frustración. El más
mínimo contratiempo les hunde.
Síndrome
de Peter Pan
Escrito por Dra. Vanesa Fernández López, psicóloga
Escrito por Dra. Vanesa Fernández López, psicóloga
Los hombres ‘Peter Pan’ son aquellos que se han
quedado anclados en su infancia, tienen miedo a crecer y aceptar los roles que
le corresponden por su edad, lo que lastra su desarrollo personal y dificulta
sus relaciones
En los años 80, el psicólogo Dan Kiley
observó que algunos de sus pacientes se negaban a aceptar las responsabilidades
implícitas a la edad adulta agrupando los comportamientos que éstos presentaban
bajo el nombre de ‘Síndrome
de Peter Pan’.
Desde entonces, el síndrome de Peter
Pan es definido como el conjunto de características que sufre una persona que
no sabe o no quiere aceptar las obligaciones propias de la edad adulta, no
pudiendo desarrollar los roles (padre, pareja, etcétera) que se esperan según
su ciclo vital o circunstancias personales.
El
síndrome de Peter Pan es más frecuente en varones y habitualmente se asocia a
problemas para proporcionar seguridad a otra persona, ya que ellos mismos son
los que necesitan sentirse protegidos por otros. Este hecho les incapacita en
gran medida, ya que lastra su desarrollo personal y dificulta sus relaciones
sociales, asociándose con sentimientos de soledad y sensación de dependencia.
Consecuencias del síndrome de
Peter Pan.
Aunque
Peter Pan pudiera vivir en un mundo de fantasía, las personas que lo imitan no.
El síndrome de Peter Pan trae consigo importantes alteraciones emocionales y conductuales.
A nivel emocional son frecuentes los niveles de ansiedad elevados y de tristeza, pudiendo
adoptar estos últimos la forma de depresión cuando no son tratados. Al mismo
tiempo, la persona se siente poco realizada con su vida, ya que el no asumir
responsabilidades le hace también no disfrutar de los retos, lo que
indudablemente repercute en sus niveles de autoestima.
Finalmente, en los casos más extremos
y extravagantes, podrían aparecer trastornos del pensamiento como el delirio,
si bien en estos casos, muy probablemente exista una alteración psiquiátrica
que la justifique.
Causas del síndrome de Peter Pan.
El
síndrome de Peter Pan puede ser consecuencia de múltiples factores (rasgos de
personalidad, estilo de afrontamiento de los problemas, etcétera). De todos
ellos, el más importante tiene que ver con la infancia;
una infancia excesivamente feliz que el paciente puede llegar a idealizar, o
bien, una infancia completamente infeliz, carente de afecto. En el primer de
los casos, el síndrome busca inmortalizar esos momentos viviendo en una
infancia constante, mientras que en el segundo la función del síndrome es
recuperar el tiempo perdido.
Por otro lado, la mayoría de los
estudios sostienen que este síndrome es frecuente en casos en los que no ha
existido un aporte afectivo estable, la educación ha sido demasiado permisiva o
ha existido déficit escolar.
Finalmente,
existen rasgos de personalidad como la tendencia a la evitación o la dependencia emocional que están íntimamente ligados con este
síndrome, no tanto en su origen como sí en su mantenimiento.
Prevención del síndrome de Peter
Pan.
Para que un niño sea feliz, al igual
que un adulto, debe verse resolviendo problemas. Afrontando retos
Debido a que la primera causa del
síndrome de Peter Pan reside en el estilo educativo recibido en la infancia,
los adultos que rodean al niño, especialmente los padres, son los principales
agentes preventivos de este problema.
En
este sentido, no se debe hacer de la vida real de un niño el escenario de Nunca Jamás. Los niños deben
también aprender a asumir responsabilidades ajustadas a su edad. Muchos padres
evitan esto pensando que su hijo será más feliz si la vida le resulta más
cómoda. Para que un niño sea feliz, al igual que un adulto, debe verse
resolviendo problemas. Afrontando retos.
Por otro lado, un estilo educativo
hostil, rígido y con carencias afectivas importantes también podría predisponer
al padecimiento del síndrome. Por lo tanto, el éxito de su prevención reside en
educar a los más pequeños de una manera en la que el amor incondicional se
combine con unas pautas de conductas firmes y bien establecidas que permitan la
aceptación de responsabilidades propias de la edad de crecimiento del niño.
Diagnóstico y perfil de paciente con el síndrome de Peter Pan.
El síndrome de Peter Pan carece de entidad
diagnóstica en los principales manuales diagnósticos, sin embargo, este hecho
no quiere decir que no exista y que no tenga implicaciones clínicas. Por ello,
aunque sin hablar de criterios diagnósticos, si podemos hablar de una serie de
comportamientos que, en caso de presentarse, sugieren la existencia de este
síndrome:
·
Intenso deseo y necesidad de ser cuidado por otras
personas que él considera “más fuertes”.
·
Incapacidad de comprometerse y de cumplir promesas.
·
Incapacidad para asumir sus propias
responsabilidades. Prefiere que lo hagan otros. Por eso, busca a otra persona
que asuma el papel de su “padre”/”madre”.
·
Quejas y críticas constantes acompañadas a su vez
por la incapacidad de proporcionar afecto a otras personas.
·
Tendencia al egoísmo; siente que todo debe girar en
torno a él y se ofende cuando esto no ocurre.
·
Dependencia especialmente
emocional, aunque también es frecuente que exista dependencia económica.
·
Su comportamiento es negativista o rebelde.
·
Falta de empatía: este hecho le dificulta las
relaciones sociales y le puede llevar a aislarse socialmente, lo que contrasta
con un elevado miedo a quedarse solos.
·
Rasgos de personalidad narcisistas.
·
Suelen sentirse insatisfechos con sus logros, pero
no hacen nada para mejorar su situación.
·
Verbalizan no querer envejecer, pudiendo idealizar
su juventud.
Tratamiento del síndrome de Peter Pan.
Del mismo modo que no podemos volar
como hace Peter Pan, tampoco podemos vivir sin asumir responsabilidades. Asumir
este hecho es el primer paso para el comienzo de la terapia. Posteriormente, la
persona deberá aprender a hacer frente a sus responsabilidades cotidianas y a
vivir como una adulto. Para ello, será necesario aprender estrategias que
deberían haber sido entrenadas previamente a lo largo de su vida, como es el
caso del proceso de toma de decisiones y resolución de problemas.
A su vez, será necesario enseñar al
paciente a manejar sus pensamientos, haciéndole cambiar su forma de interpretar
la realidad, especialmente en lo que concierne a sí mismo, ya que en muchos de
los casos este tipo de pacientes se consideran “víctimas de la situación”,
recreándose en sus emociones en lugar de resolver las cuestiones que le causan
malestar. Así por ejemplo, ante verbalizaciones del tipo “Me siento fatal
porque tengo que encontrar un piso nuevo; no puedo con la situación; qué
nervioso e intranquilo estoy, no quiero hacerlo solo”, etcétera, la persona
deberá aprender a sustituirlas por un autodiálogo más resolutivo, como, por
ejemplo: “a pesar de que sienta cierta incertidumbre por tener que encontrar un
piso nuevo, voy a comenzar a valorar las alternativas que tengo y hoy mismo
comenzaré a visitar algunos”.
Este
tipo de entrenamiento, ayudará al paciente a asumir que él es responsable de
sus propias emociones, aumentando su tolerancia a la frustración e
incrementando su nivel de autoestima de forma progresiva.
CONCLUSIÓN.
La
verdadera madurez la tiene uno mismo, es cuando tenemos la capacidad de
resolver nuestros propios problemas, sin comportarnos como niños y tener una
idea clara de lo que queremos y nos convenga a todos.
En
este trabajo lo que busco realmente, no es ver quién es el más maduro, sino
interesarme en saber quién es capaz de actuar como si mismo, con la madurez
necesaria cuando se le presenta un problema o una decisión importante.
Igual
pude notar que las personas maduras no siempre son la mayores, como todo el
mundo cree, también pude notar que no importa el sexo en la madurez puede estar
presente en quien sea.
También
note algo, que siempre hemos escuchado que la mayoría de las personas dicen que
la mujer es más madura que el hombre y eso en parte es mentira porque como mencione
antes la inmadurez está presente en todos, aunque si logre notar qué índice de
maduren las mujeres es un poco más alto, aunque no por mucho.
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